Un perro adiestrado es un perro feliz. ¿Por qué? Porque eso le proporciona una estrecha camaradería con su dueño. Además, el dueño de un perro adiestrado también es feliz porque él y su perro han encontrado un medio de comunicación. Han llegado a una base de mutuo respeto y entendimiento.

Un perro debe ser un placer, no un problema. Un animal viciado o desobediente sólo puede causar problemas a si mismo (y a ústed). Si no se sienta y se queda quieto cuando se lo ordena, o si no acude al instante cuando le llama, es probable que acabe teniendo un accidente. Un perro que no pueda pasear correctamente sujeto con una correa puede presentar problemas en una calle con tráfico, y si salta constantemente sobre las personas puede hacerle perder amigos.

El adiestramiento de un perro también proporciona dividendos ya que es la base sobre la cual se sustenta toda la enseñanza canina. Una vez que se ha inculcado el hábito de obediencia, a un perro se le puede enseñar un número interminable de trucos.

El comportamiento de su perro en el hogar, en la calle, en un coche, sus reacciones ante los extraños, su habilidad para entretenerse; todo depende de ústed y de los hábitos iniciales que le haya inculcado.